Las personas que están a punto de morir, que se encuentran en su lecho de muerte o las que saben que les quedan pocas semanas de vida, o incluso nosotros cuando se nos muere un ser muy querido, recorremos nuestras vidas juzgándolas de un modo sincero.
Al final en esta vida, si la recorres con sinceridad, no importa a donde viajaste, como te vestiste qué coche tuviste o hasta donde llegaste, lo que verdaderamente importa es lo que sentiste y sobre todo qué es lo que hiciste sentir a los demás. El llanto de los demás se te meterá en la cabeza y te volverá loco, en cambio su alegría te hará gozar en el paraíso.
- No te dejes llevar por la ira y grites a los demás aunque tengas la razón.
- Sonríe a todo el mundo con sinceridad, se amable y humilde.
- No pierdas la cabeza, por no perder este día una hora ayudando a los demás.
- Y sobre todo, ¡estate alerta!, ¡no te duermas!, porque los problemas sin importancia de esta vida (a donde viajes, cómo vistes, etc.) nos terminan preocupando más y haciéndonos olvidar lo verdaderamente importante, que inevitablemente recodaremos al final antes de perder la cabeza.
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