viernes, 6 de julio de 2007

¿Qué es lo verdaderamente importante en la vida?

Las personas que están a punto de morir, que se encuentran en su lecho de muerte o las que saben que les quedan pocas semanas de vida, o incluso nosotros cuando se nos muere un ser muy querido, recorremos nuestras vidas juzgándolas de un modo sincero.

Las vamos recorriendo y acordándonos de lo que hicimos, y nos entristecemos o sonreímos según nos vamos acordando. ¡Cómo duele cuando hiciste algo que sabes que estaba mal!

Si te fijas, cuando recuerdas tú vida, no te importa si llegaste muy lejos en tu trabajo, lo que te duele o te consuela es a quién hiciste daño o a quién ayudaste; no te importa lo mucho que ganabas, sino las numerosas horas que pasaste en el trabajo en lugar de ir a visitar a su madre o a un amigo enfermo o hablar con tus hijos; no te fijas a dónde fuiste de vacaciones aquél año, sino con quién fuiste y si los pasasteis bien; no te fijas por qué discutiste aquella vez y si tenías o no razón, sólo te fijas en que gritaste a tu padre y se sintió mal por ello; no te importará cuanto te costó el anillo de compromiso que la regalaste, pero si que te importará si hasta donde has llegado, la has hecho feliz o no, y si durante este tiempo les has sido sincero o la has hecho vivir en una mentira.

Al final en esta vida, si la recorres con sinceridad, no importa a donde viajaste, como te vestiste qué coche tuviste o hasta donde llegaste, lo que verdaderamente importa es lo que sentiste y sobre todo qué es lo que hiciste sentir a los demás. El llanto de los demás se te meterá en la cabeza y te volverá loco, en cambio su alegría te hará gozar en el paraíso.

  • No te dejes llevar por la ira y grites a los demás aunque tengas la razón.
  • Sonríe a todo el mundo con sinceridad, se amable y humilde.
  • No pierdas la cabeza, por no perder este día una hora ayudando a los demás.
  • Y sobre todo, ¡estate alerta!, ¡no te duermas!, porque los problemas sin importancia de esta vida (a donde viajes, cómo vistes, etc.) nos terminan preocupando más y haciéndonos olvidar lo verdaderamente importante, que inevitablemente recodaremos al final antes de perder la cabeza.

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